miércoles, 21 de mayo de 2008

Una luna de primavera




Una luna de esperanza,
una luna que ilumina un renacer








Ayer (20 de mayo), fiel a tu cita, Luna acudiste a hacerme compañía.

Habías venido otras veces, pero hasta ayer no estuve preparado para hablar contigo de nuevo. Mi vida se retorcía de manera estrambótica.

He aprovechado tu visita en este mes primaveral que esta apunto de dejar de paso al verano en este pequeño rincón del mundo, he aprovechado la bonanza de estos días, el desempolvar la ropa ligera, el abrir ventanas para airear la casa después del duro invierno. He aprovechado este renacer para acudir a ti y volver a explicarnos historias, cuentos, el cuento de mi vida.

En ese cuento han cambiado muchas cosas y tu lo sabes bien, me acompañaste ese 24 de diciembre, esa última noche con luna del año que transformo mi cuento, mi vida.

Las reglas de juego que marcaban mi vida cambiaron esa noche y ha sido duro adaptarse a ellas. Como bien sabes, mi vida, nuestra vida, la mía y la de mi amada, dejo de pertenecernos. Lita se apoderó de ella, Lita nuestra niña, nuestra luz que ahora marca el rumbo de nuestras vidas.

Hace un tiempo deje de creer en los cuentos con final feliz, mi cuento, mi vida no iba hacia un final feliz. La vida era una cosa triste. Algo cambio con la llegada de ella, mi amor. Pero ahora tengo la certeza, después de la llegada de Lita de que mi cuento, mi vida puede llegar a tener uno. Mi amada y Lita han tenido mucho que ver.

Luna, realmente no se si mi vida tendrá un final feliz, todavía no se ha acabado el cuento y no se el final. Pero si que se que es muy probable que este cuento acabe bien.

Mientras tanto, mientras espero ese lejano final, espero poder seguir conversando contigo, te espero para celebrar el solsticio de invierno, una noche mágica. Que este año será doblemente especial.

Hoy no tengo nada más que añadir, mi vida esta en esas letras.

jueves, 15 de mayo de 2008

Criptonomicón - El código enigma


Me siento timado y mucho,

Había visto en las librerías que el Criptonimicon era una especie de trilogía, tres libros esperaban en la estantería de la librería, decidí empezar por el primero y luego posteriormente ya iría a por el resto, tradicional que es uno.


Cual fue mi sorpresa al ver que lo que tenia entre mis manos no era un libro completo, si no simplemente un trozo. El Criptonimicon no tiene partes es un único libro solo que aquí en España, por motivos que desconozco y que no quiero averiguar, el libro se ha dividido en tres trozos que no partes.

Conclusión: que te quedas con las ganas. El libro empieza y ahí se queda, te deja en los inicios del meollo. Lastima, por que prometía.

Me reservo el comentario final para cuando acabé de leer los tres trozos


Mis libros del 2008


Bueno para quitarme el enfado me voy a leer un libro vivencial: "El mundo amarillo" de Albert Espinosa, un maravilloso regalo de mi amada por St. Jordi

domingo, 4 de mayo de 2008

Arena


Como un castillo de arena
que se desmorona con el viento,
así veía como su vida,
poco a poco,
se iba deshaciendo
entre sus manos.



Hasta ese momento creía que su vida era solida, asentada sobre una fuerte base. Nada podría con ella, pero no podía estar más equivocado. Toda su vida era un gran castillo de arena. Un castillo de arena que, eso sí, había ido edificando con mucho cuidado, evitando derrumbes. Añadiendo torres que lo hacían verse imponente, indestructible.

Su vida era ese castillo, ese débil castillo. Aunque él todavía no lo sabía, no podía intuir lo débil que era.

Un cambio de mareas trajo la primera ola, un muro cayo, no se lo podía creer, tanto trabajo borrado de un plumazo. Poco a poco fueron cayendo almenas, ante sus ojos su vida se deshacía.

Lloro, amargamente, pero no cayo en la desesperación. Saco todas las fuerzas que pudo de sus lloros, y apoyándose en los restos de su castillo empezó a construir otro. Ahora ya sabia que podía perderlo todo, pero también sabia que mientras tuviese fuerzas, gente que le apoyase, personas que le quisiesen, podría volver a reconstruirlo.

En mi vida ya he perdido la cuenta de los muros que han caido, muchos los he ido a llorar a la luz de la luna, pero también he perdido la cuenta de los muros levantados, al principio solo con mis manos, luego con Ella, mi amada y dentro de poco con Lita mi niña.