
Después de una noche de viaje, un amanecer.
Un amanecer en una tierra extraña, el Sol lanza sus primeros rayos sobre las montañas, hasta hace poco amenazadoras, que van tomando una tonalidad roja que suaviza su ferocidad. Lentamente el Sol ilumina una tierra, un paisaje que desprende una amabilidad que nos invita a salir a recorrerlo.
Un viaje, nuestro viaje, nuestro último viaje pero a la vez el primero.
Estamos delante de nuestro último viaje, un viaje de despedida de nuestra vida pasada, de todos aquellos viajes que hemos hechos juntos, compartiendo momentos, disfrutando de los paisajes en pareja, los dos solos.
Un último viaje que se convierte en el primero, estamos solos, pero ella, Lita esta presente en todo momento, con sus movimientos, sus patadas.
Estamos solos sin estarlo.
Así empieza nuestro viaje, nuestro último viaje en solitario, nuestro primer viaje como padres.
El límite de donde empieza una cosa, de donde acaba la otra se difumina, y cada vez cuesta más de diferenciar.
Nuestra vida ya ha cambiado, y nunca volverá a ser igual.
La tierra extraña deja de ser extraña, se vuelve amable a cada paso que damos.
Fueron tres maravillosos días, recorriendo la provincia de Cáceres descubriendo los huellas que han ido dejando los siglos, disfrutando de nuestra pareja de tres.