miércoles, 24 de octubre de 2007

Un día de viaje


Después de una noche de viaje, un amanecer.

Un amanecer en una tierra extraña, el Sol lanza sus primeros rayos sobre las montañas, hasta hace poco amenazadoras, que van tomando una tonalidad roja que suaviza su ferocidad. Lentamente el Sol ilumina una tierra, un paisaje que desprende una amabilidad que nos invita a salir a recorrerlo.

Un viaje, nuestro viaje, nuestro último viaje pero a la vez el primero.

Estamos delante de nuestro último viaje, un viaje de despedida de nuestra vida pasada, de todos aquellos viajes que hemos hechos juntos, compartiendo momentos, disfrutando de los paisajes en pareja, los dos solos.

Un último viaje que se convierte en el primero, estamos solos, pero ella, Lita esta presente en todo momento, con sus movimientos, sus patadas.

Estamos solos sin estarlo.

Así empieza nuestro viaje, nuestro último viaje en solitario, nuestro primer viaje como padres.

El límite de donde empieza una cosa, de donde acaba la otra se difumina, y cada vez cuesta más de diferenciar.

Nuestra vida ya ha cambiado, y nunca volverá a ser igual.

La tierra extraña deja de ser extraña, se vuelve amable a cada paso que damos.


Fueron tres maravillosos días, recorriendo la provincia de Cáceres descubriendo los huellas que han ido dejando los siglos, disfrutando de nuestra pareja de tres.

jueves, 18 de octubre de 2007

Una noche de viaje

Las once de la noche, en un autocar medio vacío.

Fuera, en la negra oscuridad, solo se distinguen las luces de posición de los coches formando una serpiente rojiza que marca nuestro destino. Las horas del viaje, ya muchas, van cayendo sobre nuestras espaldas.

Dentro unas voces, murmullos, marcando un ritmo pausado, invitan a dormir.

A mi lado Ella, con Lita en su interior, duerme mientras su mano derecha reposa sobre su vientre protegiendo su precioso contenido.

Yo, mirando por la ventana, veo pasar el tiempo. Mi mirada perdida observa a la serpiente que nos guía, mi mente libre de ataduras se pierde en su laberinto de recuerdos.

Una melodía llega a mí, sale del laberinto, una melodía que me trae imágenes de un futuro que ha de llegar.

Poco a poco, me vence el sueño. Mi vista se nubla, duermo confiando en que la serpiente nos conduzca a nuestro destino. Esperando a que lleguen las horas de la mañana ...


Por supuesto habrá un día de viaje, cuando salga el sol, por cierto no nos pasamos :P

jueves, 11 de octubre de 2007

La llegada


"Ahí, al final de la calle, ya llega."

No podía evitar los nervios por su llegada, venía con un poco de retraso, pero ahí estaba.

Hace un año lo vi partir por esta misma calle, con su maleta, su traje de colores ocres, su cabello despeinado por el aire.

Le vi partir ligero de equipaje, tan ligero como llegaba. Ese aire nostálgico que siempre había tenido, lo rodeaba.

Su visión despertaba en mí sensaciones de tristeza, me sentía cansado, aletargado. Mi cuerpo pedía entrar en un estado de hibernación que no se podía permitir.

A su alrededor el tiempo parecía detenerse, las cosas se volvían más lentas. Todo parecía prepararse para irse a dormir.

Aun así, estaba alegre de que llegase.

Este año su llegada era especial, muy especial, marcaba el inicio de la última etapa de un viaje, un viaje iniciado hace ya largo tiempo.

Pero no era momento de pensar en eso, intente despertar mi cuerpo, me puse mi mejor sonrisa y decidido abrí la ventana, dejando que el aire frío llenase mi cuarto, deje que se llenase de los olores que traía.

Lo salude desde la ventana y claramente le dije

Hola otoño


Acompáñame en la última etapa de mi viaje, y cuando partas, espero que lleves a lo largo del mundo la buena nueva de la llegada de Lita.

viernes, 5 de octubre de 2007

La sala de espejos

Hace tiempo, tal vez demasiado, fui con mi mentor a una feria, estábamos de fiesta mayor y se había instalado una en el barrio.

Siempre me han gustado las ferias, respiran un ambiente festivo, se siente como palpitan con la alegría de sus luces y colores. Su olor dulzón, ese olor a comida, ese olor que me remite a mi más tierna infancia.

Ese día fuimos a una atracción curiosa, que el tiempo y las modas la han dejado en el olvido, fuimos a la sala de los mil espejos.

La atracción era muy simple, un laberinto muy pequeño, sus paredes eran espejos que devolvían tu figura repetida hasta el infinito. Si una atracción muy tonta de la cual saque una de las lecciones más importantes de mi vida.

- "¿Que ves?", me pregunto mi mentor, una vez dentro.
- "Mi imagen, mi imagen reflejada muchas veces".
- "¿Pero todos los reflejos son iguales?", me volvió a preguntar.
- "No", dije firmemente.

Mi imagen se repetía en varios espejos, en algunos era idéntica a mí pero en otros cambiaba, se deformaba.

- “Observa bien”, dijo mi mentor, “y podrás ver todas las personalidades que tienes”.

Mi mentor me explicó que dentro de cada uno podemos encontrar mil reflejos de la persona que somos, tantos como en esa sala. Todos esos reflejos definen lo que somos. Y como en la sala de espejos dentro nuestros hay reflejos serios, divertidos, alegres, algunos tristes, pero también hay algunos grotescos, y otros oscuros que esperan su oportunidad para salir.

No es fácil, pero durante nuestra vida hemos de mantener el equilibrio entre todos esos reflejos, cada vez será uno el dominante. Es una tarea compleja el hacer que cada reflejo tenga su momento, y sobre todo el evitar que algunos reflejos no lo tengan nunca.

Así es mi vida, un equilibrio de mis reflejos, por ahora parece que mantengo bien el equilibrio, espero no tropezar.

Últimamente he ido a la sala de espejos, y entre todos he visto un reflejo nuevo, van y vienen, son así.

Este reflejo esta creciendo y parece que quiere imponerse a los otros, tener su momento. Le he mirado a los ojos y me ha transmitido seguridad, cariño, una mirada parecida a la de mi padre cuando era pequeño...

Quien sabe si será el reflejo de mi nueva etapa, creo que a mi me gustaría ;-)